domingo, 21 de abril de 2013

Hasta luego, Buenos Aires

Hace un par de semanas me marché de Buenos Aires para cruzar el Río de la Plata... Es lindo saber que estoy 200 kilómentros más cerca de Madrid... ¡ya sólo a 9952.369 km!, y muy cerca a su vez de Buenos Aires. Dejo atrás casi tres años en Argentina. Han sido años muy intensos con todas las dificultades del mundo; pero también con unas alegrías taaaan mágicas que me han hecho cantar... 


 "No hay años malos...", al menos eso dice Mamerto Menapace, monje benedictino nacido en Argentina. Sería maravilloso recordar esto con frecuencia, ¿no? También afirma que "no deberíamos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje" La verdad que he aprendido mucho,  mucho del dolor, del amor, de la amistad, de la relación con mi familia a la distancia, de mis profesiones, de los argentinos/as, de las despedidas, de las ausencias, de las presencias... y de mi... De mis límites y de mis dones. Cada día veo con más claridad cómo quiero vivir y de qué gente quiero rodearme. Me siento más ligera...

¡Los meses pasaron muy rápido! Buenos Aires es una ciudad intensa que se te pega su ritmo frenético... Y, a veces, muy violenta por su ruido fuerte constante, por sus montañas de basura en cada esquina, etc... (no me quiero meter en el asunto). Mi despedida fue también intensa y reviolenta. Mi último día de trabajo, en el colectivo (autobús), tuve un accidente y terminé en el suelo con contusiones fuertes en costillas, rodillas y brazos. Fue tan doloroso pensar que Buenos Aires me despedía de esa manera... que lloré mucho... 

                                                       
Por otro lado, es una ciudad que lo tiene todo... No me olvido de mis paseos por la luminosa Avenida Corrientes, ni de la magia de la Avenida de Mayo, ni del barrio de San Telmo con su música... Inolvidables las pizzas que tomé en El Cuartito y El Güerrín, como las comidas en El buen sabor... el único restaurante Africano, ni las delicias de la Mmama Rosa... Imborrables las músicas que escuché, los amigos y amigas que me regaló la ciudad, las amistades españolas que vinieron a verme, los distintos lugares en los que trabajé, mis alumnos/as; y el amor presente... Ese amor luminoso que entra directamente a la piel para darte aliento y llenarte de besos y música...
Ahora me toca empezar de nuevo; pero con más experiencia como inmigrante... Uruguay, por ahora, está siendo reamable. El ritmo es otro y el paisaje elegido hermosísimo. Veremos cómo me va la vida cerca de Montevideo... Hasta luego, Buenos Aires... Hasta pronto, Madrid...


lunes, 8 de abril de 2013

Uruguay




PLEAMAR

El ansiado silencio uruguayo me atravesó.
Amenazaba tormenta.
Bajé loca a la playa del Río-Mar de la Plata
y canté a solas y de frente, agua y cielo, y lloré.
Vi  la espuma cómo se llevaba mis dolores porteños,
y cómo las olas acunaban mi sosiego…
El agua dulce acompañó mi risa nocturna
y el agua salada escuchó vibrante mis cambios…
Como cuando el amor entra en tu casa
y la pleamar despierta tus manos. 

Gabriela, 1 de Abril de 2013, Uruguay