viernes, 22 de agosto de 2014

Eco de los afectos




La primavera da señales de vida en Montevideo. Parece que el invierno, con un mes de julio negro, tiene ganas de marcharse. La vida últimamente transcurre entre el cielo, el infierno y los jazmines... Me he vuelto árbol tranquilo, pero también animal furioso... Trabajo con silencio y melodías internas para salir adelante; y canto, bailo y escribo para seguir sintiendo esperanza.
Justo hace un mes decidió marcharse un amigo. Me dejó con el corazón helado y la respiración desacompasada. ¿Cómo se aprende a dejar marchar a las personas? ¿Cómo se aprende a mirar de frente a la inmsensidad y no sentir miedo?
Vida y muerte de la mano, y también la magia para salvarnos: un amor de hace años, me pidió perdón por su final despiadado. Sentí un alivio en el alma tan grande; y también confianza en el ser humano. Es el eco de los afectos para embellecer mi amor presente y llenarlo de más futuro...

En tu sonrisa

 Ya empieza tu sonrisa,
 como el son de la lluvia en los cristales. 
La tarde vibra al fondo de frescura, 
y brota de la tierra un olor suave, 
un olor parecido a tu sonrisa,
 y a mover tu sonrisa como un sauce
 con el aura de abril; la lluvia roza 
vagamente el paisaje, 
y hacia adentro se pierde tu sonrisa, 
y hacia dentro se borra y se deshace,
 y hacia el alma me lleva, 
desde el alma me trae, atónito, a tu lado. 
Ya tu sonrisa entre mis labios arde,
 y oliendo en ella estoy a tierra limpia,
 y a luz, y a la frescura de la tarde 
donde brilla de nuevo el sol, y el iris, 
movido levemente por el aire, 
es como tu sonrisa que se acaba
 dejando su hermosura entre los árboles...

Leopoldo Panero