lunes, 31 de mayo de 2010

¿Cómo nace un recuerdo?

(...)
¿Cómo nace un recuerdo? La luz última
arropaba tu cara entre la niebla,
descarnada, pequeña, fina y dulce,
cansado el gesto y sin cansar la fuerza.
El cabello castaño, cuando ríes
la risa te reclina la cabeza;
la piel áspera y pálida, la boca
desdibujada, exánime, risueña.
En testimonio de vivir tenías
hoyuelada la cara,
y había en ella
una gran paz convaleciente: hoy
sigues dando esa paz que tú no encuentras.
Recuerdo que me hablabas descansando
todo el cuerpo en la voz, y tu voz era
la que llevaba al mundo de la mano,
amplia, segura, convencida, cierta.
Recuerdo... ya no sé. ¿Cuándo empezaste
a estar detrás de la memoria entera,
detrás y como un tren que caminara
sobre dos vidas en la misma rueda?

Luis Rosales (Granada, 31 de mayo 1910- Madrid, 26 de abril de 1992) Noche de la poesía. Luis Rosales en el centenario de su nacimiento.

viernes, 28 de mayo de 2010

Hoy comí cuatro pétalos de rosas

Hoy comí cuatro pétalos de rosas
y ya no sé si estoy entre flores o entre barro.
Me quito a gritos la piel que se me cuartea,
y cierro los ojos entre agua y fuego.

Me uno a ti en el silencio,
y en el pulso de mi corazón agitado.
Hoy el piano era tuyo...,
los acordes eran un reloj de arena.

Busco el sol entre las ventanas,
y te llega mi energía a cuenta gotas.
Hoy salió la luna llena...,
y ¿sabes...? le pedí que te cante...

Besos hidratados a distancia
y una música que acoge.
Hoy comí cuatro pétalos de rosas
y ya no sé si estoy entre flores o entre barro.

Gabriela Giorgeta. Octubre de 2009

Puzzles de momentos dulces con sabor a letras

Colores de hilos de una historia repetida,
puzzles de momentos dulces con sabor a letras...
Fracturas que nos ponen en un camino
de cuidados y casas ajenas;
con el mimo de una infancia lejana
entre árboles y lunas...
Distancia en el trato para no caer rendidos,
y un "sí" muy alto a las sonrisas, a las charlas,
al silencio, a los besos, al chocolate, y a la música,
siempre al Eco de la música...

Gabriela Giorgeta

jueves, 27 de mayo de 2010

Hay canciones que te hacen volar...


(Se lo dedico a todos mis amigos/as y colegas musicoterapeutas para que sigamos resonando entre todos, y construyamos un mundo más sano y lleno de emociones sonoras)

He llegado al trabajo, y como de costumbre, he leído el blog de Ramón Lobo. Nada más leer el título del post de hoy, Hay canciones que te hacen volar, me he dicho: Gabi, en un rato estás llorando seguro...; y así ha sido... La música es maravillosa y muy poderosa; y sí, nos hace volar, nos hace reír, volver a los lugares donde hemos sido felices, o todo lo contrario... Hay melodías que se nos meten dentro del cuerpo, hasta lo más profundo, y como un resorte salen en diferentes momentos para llevarte a alguna parte... Y hay acordes, y voces, que se posan en nuestra piel y forman parte de nuestra identidad, de nuestra forma de ser... y que cuando alguien nos roza, hace que vibremos y sonemos para poner luz a este mundo que se ahoga y que grita... Gabriela Giorgeta


Hay canciones capaces de desenterrar vivos a los muertos y vestir de gala las memorias más tristes. Todos tenemos una, dos o cien. Son aquellas que están grabadas a fuego en algún lugar del cerebro y cuando el oído escucha los primeros compases alerta a todos los sentidos, se eriza la piel y las lágrimas se acumulan poco a poco, o de golpe, detrás de los ojos dispuestas a vaciarse y a mostrar nuestra debilidad.

Somos una máquina de recuerdos, hermosos y tristes. Quizá vivir sea eso, saber recordar. Quizá vivir sea aprender a estar entre fantasmas, a conversar con ellos, pedirles y darles consejo. El aroma de un perfume lleva escrito el tacto de una piel, una nariz o una lengua que recorre un cuerpo en busca de las zonas del descontrol. El sabor de un vino es capaz de hacerte volar a Cádiz o a Roma y despertarte en una cena repleta de sonrisas y silencios cómplices… Olores, sabores, personas… Siempre pensé, y escribí en una novela, que la vida es un poco esto, la acumulación de canciones, una lista de músicas, cada una con su persona, su ausencia, su risa, su derrota, porque vivir es sobre todo una forma de derrota permanente, un ir trasteando subidos en un alambre sin medir el riesgo.

Mi lista de músicas vitales está casi repleta, y menos mal que inventaron el MP3 porque el cedé me auguraba una existencia corta. En estos días barceloneses marcados por la entrega de un premio que lleva impreso una memoria triste y alegre de un amigo, el Miguel Gil de Periodismo, se han despertado de golpe las playas inmensas de Sierra Leona, las habitaciones del hotel Cap Sierra de Freetown, los amigos alejados por el exceso de roce, los misioneros maravillosos y los niños ex guerrilleros. Pienso en una canción y me salen demasiadas porque debo de tener averiado algún mecanismo emocional, pero después de una breve lucha se impone una, la que escuché al sur de Lakka, cerca del río Numero Dos, acompañado por Abu y otros jóvenes ex guerrilleros con las rodillas hincadas en una arena blanca, los auriculares puestos, el volumen alto y los brazos extendidos, como si fuera a volar. Y volé.

Ramón Lobo

miércoles, 26 de mayo de 2010

De repente la música

La pura luz que pasa
por la calle desierta.
Nada humano
bajo el cielo abolido.
La blancura absoluta
de la ciudad confunde
la muerte y el sigilo.

De repente la música,
la sombra de los amantes en el agua.

Jorge Gaitán Durán

martes, 25 de mayo de 2010

Descanso

Con ternura, con paz, con inocencia,
con una blanda tristeza o el cansancio
que viene a ser un perro fiel que acariciamos,
estoy sentado en mi sillón y soy feliz,
y soy feliz
porque no siento la necesidad de pensar algo preciso.

Con una fatiga que no es un desengaño,
con un gozo que no alienta esperanzas,
estoy en mi sillón, y estoy
en algo que quizás sólo es amor.

Sé que floto
y nada me parece sin embargo indiferente;
sé que nada me alegra ni me duele
y que sin embargo todo me enternece;
sé que eso es el amor,
o que quizá solamente es un dulce cansancio;
sé que soy feliz
porque no siento la necesidad de pensar algo preciso.

Gabriel Celaya

lunes, 24 de mayo de 2010

Me quedé sin despedirme de ti

Nos juntó el destino para hacer algo increíble:
amar en la espera, amar en la risa y amar despacio.
Nos separó lo desconocido para dejar
lo nuestro olvidado con huella...

Me quedé sin despedirme de ti,
y ya no eras tú...

Gabriela Giorgeta

Eres de agua...


Eres de agua.
En ti
la claridad
a golpe de sí misma
se oscurece.
De agua.
Lo supe siempre.
Eres de agua,
profunda,
transparente.

Efraín Bartolomé
"Música solar" 1984

Fotografía: Fotosonora

domingo, 23 de mayo de 2010

Los ojos


Mínimos lagos tranquilos
donde tiembla la chispa
de mis pupilas
y cabe todo
el esplendor del día.
Límpidos espejos
que enciende la alegría
de los colores.
Ventanas abiertas
ante el lento paisaje
del tiempo.
Lagos de lágrimas nutridos
y de remotos naufragios.
Nocturnos lagos dormidos
habitados por los sueños,
aún fulgurantes
bajo los párpados cerrados.

Alaíde Foppa

Tranquilidad

La pasada primavera viví un cambio que fue clave para que mi hoy se dé de esta manera... Fue solo el principio de una vida más intensa... Ya pasado más de un año, después de los múltiples finales desconcertantes, violentos, llenos de mentiras e indiferencia; ya no siento rabia en mis cicatrices... y recuerdo, y comparto esto tan sencillo que escribí, con la esperanza de no dejar nunca "de escucharme" y de tener los ojos más abiertos:


Siento que no doy vueltas sobre el pasado y el futuro.
Vivo el aquí y el ahora con las caricias y los besos.

El tiempo me va mimando,
los miedos se van gastando,
y voy ganando en armonía.

Digo lo que siento alto y claro
y amo al mismo ritmo que el otro.

Todo se mueve, y todo es tan suave…

Sonrío como cada día,
camino con confianza,
y canto con mi voz junto a la tuya.


Gabriela Giorgeta. Marzo de 2009

viernes, 21 de mayo de 2010

Alfonsina Storni

Este poema fue escrito en el tren de Buenos Aires a Mar del Plata, adonde viajó el autor, Rafael Duyos, con Rafael Jijena y Aníbal Chizzini –escritores argentinos- para rendir homenaje a la poetisa Alfonsina Storni, muerta horas antes adentrándose en el mar. Los tres amigos leyeron sus versos, recién escritos, en la capilla ardiente de Alfonsina (1892-1938).


Alfonsina.
Calidad de agua pura.
Mujer. Argentina.
Verbo de la ternura.

Alfonsina.
Catadora de anhelos.
Que en la mar cristalina
buscas el ancho verso de los cielos.

¡Las estrellas contigo!
Y yo, mientras te vas,
buscando por las playas el testigo
de tu último compás.

Alfonsina, tristísima de sol,
que sólo alumbra tu dolor sin cura.
Alfonsina... Un poeta español
llora tu fin nocturno de naufragio y locura.

Caricia sin memoria.
Luna sin calendario.
Soneto sin historia.
Mirra sin incensario.

¡Ay, dolor de tu vida!
¡Ay, dolor de tenerla y no gozarla!
¡Ay, el vivir perdida,
cuando la vida invita a rebosarla...!

Rebosar el amor.
Rebosar el olvido.
Rebosar el temor
de sentirse en el alma incomprendido.

Alfonsina. Doliente sin enmienda.
¡Mujer!
Antes de abandonarnos, cántanos la tremenda
voluntad de no ser...

Rafael Duyos

martes, 18 de mayo de 2010

Hay otros en nosotros

De nuevo he vivido un fin de semana lleno de melodías, gritos (de alegría), sonidos suaves, acordes sorprendentes, intervalos desconocidos... Y ayer, en el emocionante concierto de Fito Páez en Madrid, comprobé que:

"Innumerables sonidos y músicas fueron lentamente convirtiéndose en palabras y conceptos que intentan explicar lo que, a veces, es inexplicable: la emoción y el deseo de ser junto a otros. Por eso decimos que hay otros en nosotros y no estamos solos...”

Patricia Pellizari y Ricardo Jorge Rodríguez
"Salud, escucha y creatividad"
Musicoterapia Preventiva Psicosocial

jueves, 13 de mayo de 2010

Se descalzan los días...

(Con el eco en mi piel y en mi voz de toda la música del fin de semana pasado: el concierto maravilloso de Jorge Drexler, el ensayo de la cantata "Carmina Burana" de Carl Orff en el Auditorio Nacional de Madrid ( me pasé gran parte del tiempo casi sin poder cantar por la emoción), y con el ritmo y la sensación de que "el tiempo se quitó los tacones para no molestarnos"..., me marcho a Tenerife para cumplir mis 30 años en la isla) Gabriela.G


Se descalzan los días
para pasar de largo sin que nos demos cuenta.
Son casi despedidas, casi encuentros
-felices pero incómodos-
de cuerpos que se miran
y que aplazan la cita.
Aunque detrás,
suelen quedarnos huellas que no son los recuerdos.

De aquel jardín inculto yo conservo
el hombre que venía a desearte,
a caminar sin ti,
silvestre y solo.
Porque de ti le hablaban las adelfas,
con sus ramas difíciles como muchachas jóvenes,
y las palmeras altas igual que tu desnudo,
y aquel cielo corrido
que buscaba
la luz con que el amor te distingue los ojos.

No envejecemos nunca. Tal vez no envejecemos.

Y ahora puedo decírtelo,
cuando tú me recuerdas las adelfas,
y tu desnudo en arco dibuja una palmera,
y los ojos se nublan
sobre el jardín silvestre de los enamorados.

Tal vez no envejecemos. O es acaso que el tiempo
se quitó los tacones para no molestarnos.
O es acaso el deseo
que camina en los labios todavía descalzo.

Luis García Montero

martes, 11 de mayo de 2010

El deseo de iniciación


Hace meses, todavía no había llegado el invierno en el calendario, pero sí en el ambiente, estaba destrozada -no exagero-. Me pesaba todo el cuerpo, los días se me hacían eternos, lloraba a diario a cualquier hora, y en cualquier lugar...Sinceramente, por primera vez, me permití estar triste sin culpa... (Eso no quita para que, por lo general, el optimismo prime en mi vida y en mi forma de estar en el mundo)

Después de que pasara más de un mes en la misma situación lamentable, me topé con "un chamán": fue duro, muy directo, y lo mejor es que me dijo la verdad, mi verdad, mirándome a los ojos y con todo el amor del mundo... El dolor fue inmenso; pero gracias a nuestras conversaciones, hoy puedo decir que sé quién soy, y hacia dónde quiero ir...

Es maravilloso sacar de las situaciones de dolor (cuando ya se difuminan) alguna lección positiva: y me siento, después de todo lo que ha pasado, mucho más fuerte y más sensible a la vez -la sensibilidad no está reñida con la fortaleza-.

Ayer, mientras comentaba a mi familia mi proyecto en el hemisferio sur, me acordé de un párrafo genial del libro "El fuego secreto de los filósofos" de Patrick Harpur, que dice literalmente en el capítulo "El deseo de iniciación": "Nos guste o no, sufrimos la enfermedad, el duelo, la traición y la angustia en medida suficiente. El secreto es utilizar esas experiencias para autoiniciarnos. Sin embargo, habitualmente se nos induce a buscarles remedio en lugar de sacarles provecho para autotransformarnos" Y es cierto, tenemos que aprovechar estas situaciones que nos vienen para provocar cambios...

Hoy mi amigo Ramón Lobo, al que adoro, afirma que cree en el amor, (me encanta que lo diga alto y claro) y al instante me he acordado de otro post suyo de hace meses que hablaba de las emociones:

"Las emociones son síntomas inteligentes de que debajo de la coraza, el personaje o la mascara existe vida. A veces sucede delante de un cuadro: las líneas y colores que dibujó el pintor, esas expresiones magistrales que sólo consiguen los genios como Caravaggio, se duplican dentro del que mira y de alguna manera le zarandean y desnudan. Me gusta sentirme así, minúsculo ante la belleza absoluta. También ocurre en el amor, cuando entre dos personas brota la sorpresa, el descontrol y un tipo de locura cálida que es otra forma de saber que estamos vivos."

Pues sí, estoy viva porque siento, porque dudo, porque observo, porque canto, porque me equivoco, porque arriesgo...

Gabriela Giorgeta

viernes, 7 de mayo de 2010

Amanece en el tren. Un rumor de raíles desata...


Amanece en el tren. Un rumor de raíles desata
la cremallera de un paisaje. El cielo abre sus
párpados, instante en que no sabes si acabas de
partir o estás a punto de llegar. No sabes si
el mundo huye de ti o eres tú velocidad de fuga
entre sus fauces. Te abandonas al presagio de una
selva lejana, esperas el placer de su espesura.

Amalia Iglesias
De "Dados y dudas" 1996
Fotografía: Beatriz Rubio

lunes, 3 de mayo de 2010

Ya vuelvo a ser yo...

Hoy he salido del trabajo sobre las cinco de la tarde. La luz era preciosa. He paseado durante dos horas. He hablado con mi padre para decirle que quería verle; y como de costumbre, nos hemos reído durante un buen rato. (Siempre encontramos una excusa para reírnos de nosotros mismos...)Sin darme cuenta, he llegado a la Cuesta de Moyano; y muy despacio he ido subiendo: me encanta mirar los libros, tocarlos, e imaginarme sentada leyendo alguno de ellos en una hamaca... Con algo de frío, -parece que la primavera no quiere instalarse- me he vuelto a casa, tranquila e ilusionada -la tónica de mis últimas semanas- con el sabor de esos libros viejos en mis manos, y recordando el sonido del piano del tema "Encuentro" de Andrés Beeuwsaert. He cerrado los ojos y me he dicho: ya vuelvo a ser yo...

Gabriela Giorgeta