La primavera da señales de vida en Montevideo. Parece que el invierno, con un mes de julio negro, tiene ganas de marcharse. La vida últimamente transcurre entre el cielo, el infierno y los jazmines... Me he vuelto árbol tranquilo, pero también animal furioso... Trabajo con silencio y melodías internas para salir adelante; y canto, bailo y escribo para seguir sintiendo esperanza.
Justo hace un mes decidió marcharse un amigo. Me dejó con el corazón helado y la respiración desacompasada. ¿Cómo se aprende a dejar marchar a las personas? ¿Cómo se aprende a mirar de frente a la inmsensidad y no sentir miedo?
Vida y muerte de la mano, y también la magia para salvarnos: un amor de hace años, me pidió perdón por su final despiadado. Sentí un alivio en el alma tan grande; y también confianza en el ser humano. Es el eco de los afectos para embellecer mi amor presente y llenarlo de más futuro...
En tu sonrisa
Ya empieza tu sonrisa,
como el son de la lluvia en los cristales.
La tarde vibra al fondo de frescura,
y brota de la tierra un olor suave,
un olor parecido a tu sonrisa,
y a mover tu sonrisa como un sauce
con el aura de abril; la lluvia roza
vagamente el paisaje,
y hacia adentro se pierde tu sonrisa,
y hacia dentro se borra y se deshace,
y hacia el alma me lleva,
desde el alma me trae,
atónito, a tu lado.
Ya tu sonrisa entre mis labios arde,
y oliendo en ella estoy a tierra limpia,
y a luz, y a la frescura de la tarde
donde brilla de nuevo el sol, y el iris,
movido levemente por el aire,
es como tu sonrisa que se acaba
dejando su hermosura entre los árboles...
Leopoldo Panero