Semillas de caricias sin melancolía,
con la sensación cercana del deseo.
Cierre y reparación con palabras,
sin medir la ternura en centímetros...
Manos libres, risueñas, sin telarañas...
que se asoman a la ciudad de al lado,
y que cambian el lugar de las rosas,
cuando pasan los barcos con sueño...
Escucho la verdad sin horas
en el corazón que habito a diario.
Ya no hay medias verdades con alas,
ni páginas fragmentadas de olvido...
Los ríos se llenan de peces y estrellas,
y las huertas se inundan de aliento,
para poder creer en mi corazón que palpita,
y para cantar a los que más quiero...
DIGO. ¡Precioso intimismo y optimismo!¿Te ha dicho tu padre que existe el mal? ¿Lo has visto? Cuídate o cuidate si andas por Baires
ResponderEliminarQué bueno que te guste, Venancio! Algo me contó el Duyos sobre el mal; pero ese día creo no presté mucha atención... Y sí, lo he visto, lo veo a diario!!; pero no le doy espacio...,no merece la pena. Besos,Gabriela
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